El paseo nos lleva primero al mercado de frutas y verduras de Dolac. Muchas paradas llenas de color y ambiente nos invitan a comprar fruta para cenar y algo de verdura para el peque.
Seguimos por la ciudad alta medieval hasta la catedral de la Asunción de la Santísima Virgen María (amén). Tiene dos torres, agujas idénticas que, según dicen, siempre están de reformas. Entramos y descansamos un rato porque hoy hace calor, y Jose, además, tiene fiebre y se encuentra mal.
En Zagreb hay mucho ambiente, sobre todo nos llama la atención una calle peatonal que curiosamente está completamente “okupada” por las terrazas de los bares.
La tarde-noche es el mejor momento para tomar una Ozusjko o un gin tonic mientras observas la vida de la ciudad.
La ruta que seguimos nos lleva a una puerta de piedra que se ha convertido en un santuario. No está muy lejos de la catedral y es la “entrada” a la parte alta.
En las guías son un poco exagerados con lo de “parte alta”. Te machacan con que hay cientos de escalones, que es agotador, que necesitas un funicular para bajar... y después, no es para tanto. Hemos estado en pueblos medievales que tenían muchíiiisimas más escaleras.
Vale la pena subir para ver la iglesia de San Marcos, que nos gusta mucho por el colorido y la originalidad del tejado.
Como la fiebre aprieta, comemos en casa y los flipalasmoscas ponen punto y final a la ruta por Croacia mientras los bichobola apuran un último paseo por la ciudad.
Un agua (para tomarse las pastillas) al lado de la catedral, 12 kunas. Fruta y verdura en el mercado, 59 kunas... fotografiarse junto al “gran Nikola”, famoso cantante croata según él; portero de Aquí no hay quién viva, según nosotros... no tiene precio.
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